El aeropuerto internacional de Nuuk abrió sus puertas este verano, transformando el acceso a Groenlandia y conservando al mismo tiempo el carácter esencial que hace que los viajes al Ártico sean extraordinarios.
Los vuelos directos desde Newark llevan ahora a los viajeros a paisajes que antes requerían complejos itinerarios con conexiones, pero el verdadero atractivo de Groenlandia no reside en la comodidad, sino en el profundo silencio que ofrecen los entornos árticos.
Las experiencias en grupos reducidos respetan tanto la conservación de la naturaleza como el intercambio cultural significativo con las comunidades inuit. La luz infinita del verano provoca cambios psicológicos que muchos describen como reveladores. Las estancias en invierno incluyen pernoctaciones en cúpulas de cristal situadas en lugares óptimos para contemplar la aurora boreal, mientras que los itinerarios de verano incluyen navegación por fiordos llenos de icebergs con capitanes cuyas familias han navegado por estas aguas durante generaciones.
Las medidas proactivas del Gobierno groenlandés para evitar el turismo excesivo demuestran su compromiso con el desarrollo sostenible, en consonancia con los valores de los viajeros más exigentes. Los destinos árticos requieren visitantes preparados tanto para la introspección como para la aventura, y Groenlandia recompensa a quienes se acercan a ella con el respeto que se merece.
«Estos paisajes desafiaron nuestra comprensión de la escala y el tiempo. Groenlandia exige un tipo de atención diferente: más profunda, más tranquila, más paciente. La experiencia cambia la forma de pensar sobre la soledad y la relación entre la presencia humana y los sistemas naturales».
Los destinos árticos tienen éxito cuando conservan su aislamiento esencial y, al mismo tiempo, proporcionan la seguridad y el confort necesarios, lo que permite a los visitantes disfrutar de sistemas naturales vírgenes y comprender su fragilidad y los esfuerzos necesarios para su conservación.